Viernes, 13 Septiembre 2019 15:22

Nacer y dar a luz en territorios rurales, insulares y aislados

Poco saben quienes viven en las principales ciudades de Chile de los problemas que puede enfrentar una mujer al momento de dar a luz a un hijo en ciertas regiones. Hoy en día, la normativa vigente no permite que los partos sean atendidos por estructuras hospitalarias desprovistas de especialistas en ginecología. Esto implica que la mayor parte de los Hospitales Familiares de Chile no estén en condiciones de atender partos y deban obligar a las mujeres a dirigirse a la estructura terciaria más cercana para esperar que inicie el proceso de nacimiento. Esto significa que muchas mujeres, justo en el momento en que necesitan más apoyo, contanción y presencia de su familia, tengan que emprender viajes, a veces de varias horas, hacia ciudades en las que pueden no tener familiares ni amigos que las acojan. Sus responsabilidades que a menudo implican el cuidado de otros niños o ancianos,así como actividades productivas en la agricultura rural, quedan completamente abandonadas. ¿Violencia de género, discriminación de las mujeres rurales, los efectos perversos de la centralizazión y medicalización del parto? Aquí dejamos la historia de una mujer de Aysen, para que sigamos reflexionando. 

 

¿Te imaginas tener que dejar tu casa e irte, sola, a otra ciudad a pasar tus últimos meses de gestación? Eso pasa, seguido, en Chile y a pesar de que en el último año diversas mujeres nos hemos levantado para luchar por nuestros derechos sexuales y reproductivos, reclamando soberanía sobre nuestros cuerpos y el derecho a decidir.

Sin embargo, decidir sobre nuestro primer territorio aborda cuestiones cotidianas y olvidadas, que hoy, poco a poco, reconocemos.

Reencontrándonos con nuestros saberes, detectamos el poder institucionalizado que posee la medicina sobre nuestro cuerpo, en especial durante la gestación y parto, los cuales han sido concebidos como una enfermedad, despojándonos de la libertad y la naturalidad de parir a nuestros hijos. El proceso de la medicalización del parto se ha sostenido en la dominación patriarcal/capital que señala al cuerpo de la mujer como objeto de función reproductiva.

¿Parir o no parir? ¿Dónde parir? ¿Cómo parir? Parece que estas decisiones se escabullen de nosotras. 

En Chile, la violencia obstétrica se presenta en varios relatos de madres a hijas, entre amigas y compañeras de trabajo, donde todas coinciden en los insultos, vejaciones y procedimientos médicos innecesarios que les ha tocado vivir, con la sensación que parir es usado como una forma de control. Las mujeres embarazadas estamos sometidas a decisiones médicas y administrativas sustentadas en la idea del “miedo” y el “riesgo” que genera una jerarquía vertical, en que los equipos de profesionales están siempre arriba.

Lugares tan apartados como Aysén sufren violencias adicionales, como el desarraigo territorial y el desapego afectivo. En la región existen 5 hospitales, pero los equipos médicos instruyen que las mujeres embarazadas debemos trasladarnos desde las comunas del interior Chile Chico, Cochrane y otras localidades–, dejando nuestras casas y familias, para terminar el período de gestación.

¿Dónde están están pariendo realmente las mujeres de Aysén? Debemos dejar nuestros hogares para llegar hasta el hospital regional en Coyhaique, sin importar las condiciones logísticas o económicas. La afectividad no existe como posibilidad, dejándonos completamente aisladas de redes de apoyo y subordinándonos bajo los profesionales de la salud.

Siga leyendo en https://www.elmostrador.cl/destacado/2019/06/26/el-derecho-a-nacer-en-aysen/